La Iniciación




La Francmasonería recibe a los seres humanos que desean perfeccionarse, sin hacer ninguna distinción racial o de género.

El objetivo de ella no es crear una élite intelectual, sino contribuir al perfeccionamiento de hombres y mujeres libres y de buenas costumbres.

La solicitud de un Profano (del latín "pro fanum", aquel que se encuentra ante el Templo) se hace simplemente enviando una carta o correo electrónico al Presidente del Taller elegido (en nuestro caso, triangulominatitlan@gmail.com), o bien, enviando una carta o correo electrónico a la sede social de la Orden en París, desde donde se la transmite al destinatario, a partir del solicitante.

Si el Profano es aceptado, se le autoriza a vivir una ceremonia que se llama Iniciación, palabra que viene del latín "initium", es decir, comienzo. La ceremonia de Iniciación se desarrolla según un Ritual ya determinado.

Después de esta ceremonia, el Profano se convierte en Aprendiz Francmasón. La disciplina a la que entonces se somete favorece la reflexión y le permite obtener la mayor enseñanza posible de las reuniones a las que asiste.

Estos ceremoniales no constituyen un culto. En la Masonería no hay ningún gurú ni figura parecida. La Masonería es simplemente una búsqueda de la verdad.

"Le Droit Humain" exige de sus miembros un mutuo respeto a las creencias particulares de cada miembro de la Logia y de toda la Humanidad.

Después de la Iniciación, el Aprendiz, que ha encarado un proceso a la vez personal y colectivo, avanzará en el camino iniciático y podrá acceder a los diferentes grados que confiere la Orden.

Para conocer más sobre las implicaciones de convertirse en Francmasón puede consultar el siguiente documento:


https://drive.google.com/file/d/0By_LIE2-M71aSlBfaW55ekJvbkk/view?usp=sharing